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Henry Ford fue un capitalista excepcional, cuando comenzó Ford Motors y mientras avanzaba su mentalidad no era el ganar utilidades en el corto plazo, que bien lo pudo haber hecho en una etapa temprana de la empresa, más no lo hizo. Lo que Ford tenía muy claro, es que, si quería producir un auto económico que sus propios trabajadores pudieran comprar (a los que en un punto les incrementó el salario 400%), tendría que reinvertir todo el flujo que generaba la compañía, con miras de tener mejores líneas de producción, más eficientes, más baratas, lo que al final resultaría (y resultó) en que se pudieran fabricar automóviles económicos y que ultimadamente, en el largo plazo Ford Motors fuera una empresa rentable y generara muchísima riqueza. Incluso, a su sistema de producción en serie se le llamó fordismo.

Si Henry Ford hubiera sido un hombre común, dando prioridad siempre al corto plazo y a la inmediatez, jamás hubiera logrado llevar al automóvil a lo que es ahora.

Y digo lo de hombre común, porque, la mayoría de las personas estamos programados, al contrario de Ford que pensaba en el largo plazo y la inter-temporalidad de las cosas, para concentrarnos en la inmediatez, en el corto plazo, como inversionistas pensamos cuestiones como: “¿cuánto me va a pagar esta inversión en un mes o en un año?”, que estas preguntas son las correctas si lo que queremos es únicamente protegernos contra la inflación.

Más si lo que queremos es preservación de capital pero también generar rendimientos mayores y no sólo protegernos contra la inflación, el ver de corto plazo no nos será de gran utilidad y en el tiempo jugará en nuestra contra. Invertir de largo plazo es tarea difícil, pues no hay certeza de qué rendimientos vamos a ganar y frecuentemente veremos como nuestras inversiones de largo plazo “pierden” en el corto plazo; pero la historia nos muestra como una buena selección de inversiones de largo plazo, tanto en empresas como en instrumentos de deuda (como bonos) en el transcurso de los años termina teniendo ganancias muy superiores a inversiones de corto plazo.

El tema, como ya lo dije, es que por evolución nuestros cerebros se preocupan por el corto plazo simplemente porque estábamos preocupados de si viviríamos un día más, si encontrábamos comida para otro día, si evitábamos ser comidos por el león. Más las condiciones que vivimos hoy y los problemas que enfrentamos son muy diferentes a los que enfrentaba el cerebro primitivo (que es el mismo que tenemos hoy); pero aun así, historias de personas como Ford nos demuestran que algunos tendremos la fortuna de poder ver la inter-temporalidad de las cosas, y pensar y soportar el largo plazo.

Así que inviertan bien, vean más allá del corto plazo, y compórtense como buenos inversionistas.

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