“Durante mucho tiempo hemos sentido que el único valor de los pronosticadores de acciones es hacer que los adivinos se vean bien. Incluso ahora, Charlie y yo seguimos creyendo que los pronósticos del mercado a corto plazo son venenosos y deben mantenerse encerrados en un lugar seguro, lejos de los niños y también de los adultos que se comportan en el mercado como niños.”
-Warren Buffet
¿Porqué si año con año vemos cómo los pronosticadores de mercado y economistas fallan de manera constante en sus proyecciones seguimos consumiendo alegremente sus pronósticos?
Un artículo de John Jennings en Forbes, menciona que la incertidumbre hace que se eleven nuestros niveles de cortisol ¿y qué es eso? En términos simples estrés. Al eliminar la incertidumbre lo que se eleva es la dopamina, que nos da placer o tranquilidad.
En el mismo artículo muestra estadísticas donde hace notar que confiar en las predicciones de mercado no es mucho mejor que lanzar una moneda.
La herramienta que se usa para hacer pronósticos son modelos, y como dice Nasim Taleb “Todos los modelos están equivocados, muchos son útiles, algunos son mortales.” Esto sucede porque los modelos están hechos en función de cómo se cree o se piensa que funciona el mercado, que no necesariamente es cómo funciona.
Esto me recuerda un post anterior donde mencionábamos la importancia de separar el ruido de la información; donde hablamos de cómo tener más datos a veces sólo nos lleva a tener más ruido y no más información. Obviamente el informarnos de manera adecuada nos llevará a tomar mejores decisiones más en un mundo como el de hoy lleno de información y donde cualquiera puede publicar pareciera que lo que hacemos es infoxicarnos.
Así que antes de consumir todos los pronósticos sobre lo que se espera para 2024 (que se suelen publicar en los últimos tres meses del año) piensa en qué tanto te sirvieron los de años anteriores.
En vez de la era de la información pareciera la era de la desinformación, donde lo que debemos hacer es filtrar la información que recibimos y descartar la que no sirve, como por ejemplo algunos pronósticos de corto plazo, en especial si viendo en retrospectiva nos damos cuenta de su imprecisión, constante cambio y por lo tanto falta de utilidad.
Así que inviertan bien, no se infoxiquen y compórtense como buenos inversionistas.